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Una mirada a la perla del Danubio en Budapest

Hace algunos años tuve la maravillosa oportunidad de estudiar durante un semestre algunas materias de mi carrera en la capital de Hungría. La también llamada “Perla del Danubio” es una ciudad que superó todas mis expectativas desde el comienzo de la aventura hasta el regreso a casa. Resulta que Budapest no era la ciudad plagada de gitanos,triste y con un aire ex comunista que yo esperaba (alguien podría preguntar“¿entonces por qué fuiste a ese lugar si esperabas eso?”… la respuesta tiene que ver con los costos de vida, pero de eso hablaré más adelante).

Primero explicaré como me quité esas ideas iniciales de la cabeza. Entre 1880 y 1900 llegaron a México varios grupos de gitanos provenientes de Hungría que se asentaron en estados del centro y sur del país, incluyendo Veracruz, Guanajuato y la ciudad de México.Muchos de ellos vivían del canto, la danza y la lectura de cartas. De ahí que el mexicano relacionara húngaro = gitano. Sin embargo, durante mi estancia en Budapest pude notar bastante inconformidad de parte de muchos amigos húngaros hacia los gitanos. Esto debido a que la población húngara atribuye gran parte de los delitos comunes de la ciudad (asaltos, robos a casa habitación, estafas,etc) a miembros de la comunidad gitana. Y lo que más les causa molestia es que pese a todo esto, el gobierno húngaro da un apoyo económico a dichas personas como parte de la estrategia de respeto a los derechos humanos, tolerancia hacia grupos minoritarios y apoyo a los necesitados utilizada para ganarse el visto bueno de la Unión Europea. Por ende, si un extranjero llega y le dice de buenas a primeras a un húngaro que si es gitano o hace alusión a que son lo mismo,causará una enorme sorpresa en el magyar, así como disgusto.

Como en la mayoría de las ciudades abatidas por el sistema comunista aplicado durante el periodo de la Guerra Fría, es común notar un aire de nostalgia y tristeza en las caras de los habitantes de la tercera edad. Todo lo contrario a la población joven, quien lucha por olvidar ese pasado  y abrirse al mundo, procurando viajar y aprender otros idiomas además de la lengua materna. Y creo que es fundamentalmente este aspecto el que hace de Budapest una ciudad tan colorida y llena de vida por las noches, sus jóvenes llenos de energía y motivados a hacer de su país un lugar mejor.

Una vez quitados mis prejuicios y paradigmas sobre la ciudad y su gente (cosa que ocurrió como a los 2 días de haber llegado) pude comenzar a disfrutar la experiencia al máximo. La ciudad se divide en 2 partes: Buda y Pest, separadas una de la otra por el hermoso río Danubio. Cada parte fue en su momento una ciudad distinta que terminó por unirse con la otra, de ahí el nombre Budapest. No son muy distintas una de la otra. Cada esquina en la que di vuelta, cada calle que crucé, cada nuevo lugar que observé tenía algo mágico.  Desde el castillo de Buda, cruzando el río por el Puente de las Cadenas, qué es el más antiguo de la ciudad y el único que sobrevivió a los bombardeos de Hitler,hasta llegar al que es el parlamento más grande de Europa y visitando la Basílica de San Esteban (máximo exponente de la antigüedad húngara) todo lugares capaz de dejar al espectador con la boca abierta.

Durante mi estancia no extrañé demasiado mi casa, solamente la comida por supuesto. Aun así, logré compensar bien esa necesidad por medio de un platillo que a mi parecer es delicioso. Sellaman gyros, que son algo así como una “gordita” típica de México, pero gigante, rellena de pollo y verduras, acompañados con crema. Se pueden encontrar en toda Europa en casi cualquier esquina, algo así como buscar un puesto de tacos en México. Sin embargo, los más deliciosos de todos son los ubicados en la estación llamada Blaha Lujza tér, donde pase muy agradables momentos desayunando, comiendo ocenando al lado de buenos amigos. Además, es un platillo muy barato, sobre todo en Budapest donde los precios son muy parecidos a los que se encuentran en México, esto debido a que aún no entra el euro en el país y la moneda, el florín húngaro, esta algo devaluada.

No quiero hacer más extensa esta lectura,por lo que concluiré con la siguiente reflexión: como mexicanos he notado que tenemos un sesgo respecto a viajar a Europa. Limitamos los destinos para conocer, conformándonos con la idea de lo típico; Roma, Berlin, Londres, París o Madrid podrían ser los que más llamen la atención y los que dejaría satisfechos a muchos. Sin embargo yo haría extensa la invitación a explorar lugares que no se han promocionado tanto y que resultan ser exóticos, pero que no le piden nada a las ciudades famosas que mencioné. Ciudades de Europa del este que parecen estar olvidadas por el turista mexicano, pero que  esconden variedad de historias y escenarios que pueden fascinar al visitante. Todo esto lo digo con la enorme certeza de quien con sus propios ojos vio y vivió todo lo que les ha comentado y los invita a tener esta experiencia que marcará sus vidas.

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