En lo personal, siempre me he considerado una persona aventurera. Desde muy chico, mi pasión aparente siempre fue la de viajar, conocer y experimentar cosas nuevas. Sin embargo, no fue sino hasta que salí de mis estudios de preparatoria, que se me cruzó lo que sería una oportunidad única en la vida. Mi propósito era viajar antes de entrar de lleno a la universidad. Siendo que sólo tenía un par de meses para tomar una decisión antes de que empezaran las clases en Agosto, decidí empeñarme en escoger un lugar.
Por una serie de circunstancias: amigos, dinero, coincidencias, y buena suerte, el destino tomó el nombre de Irlanda. Más específicamente, Dublín. Por medio de Contacto global encontré una alternativa que yo por mi cuenta nunca podría haber si quiera contemplado. Y lo mejor de todo era que a pesar de que iba al Viejo Continente (y por primera vez), iba a un país no tan popular. Y si alguien piensa que esto es malo, está totalmente equivocado. Mi ambición por ser original se cristalizaba al visitar un lugar tan misterioso, lleno de mitos, y lleno de naturaleza como lo es Irlanda. Por si fuera poco, tenía la posibilidad de trabajar. Y la cereza del pastel es que estaría a un par de horas de cada ciudades importante de Europa. Nombra alguna: París, Madrid, Londres. En fin, la lista es larga, al igual que la cantidad de posibilidades que se avecinaban.
La realidad superó por mucho las expectativas. Los irlandeses siempre son amigables, especialmente con los extranjeros. El ambiente general en las calles es de gente platicando y quejándose del clima, que si me preguntan, es genial si te gusta el frío y la lluvia. ¡Y no, no lo estoy diciendo sarcásticamente!
Dublín es una ciudad cosmopolita que te cautivará cada vez más conforme pasen los días. Es una ciudad diferente a la mayoría de las capitales en Europa. Cuenta con una vida nocturna como ninguna otra, es conocida como una de las mejores ciudades de noche. Siempre podrás encontrarte con algún norirlandés, escocés o dublinés con una historia que contar. Es un lugar lleno de personas de todos lados del mundo que buscan mejorar su inglés mientras al mismo tiempo buscan una aventura digna de trotamundos.
Irlanda en sí está llena de lugares, paisajes, horizontes y ambientes totalmente hermosos. Tan bellos que tocan la delgada línea de lo real y lo fantasioso. Hay veces en las que pensarás que algún paisaje como el de “Cliffs of Moher” lo verías sólo en películas.
Esta ciudad, este país, en el que viví durante medio año, me dejó lecciones, experiencias, anécdotas, y finalmente se convirtió en mi segundo hogar.
Este viaje de medio año fue un parteaguas en mi vida. Crecí como persona. Me hice independiente. Conocí personas de muchísimos lugares distintos, pero más importante, hice amigos que cruzan fronteras, y que a pesar de conocerlos por tan poco, se hicieron más verdaderos que algunos que conozco por toda mi vida. Tomé consciencia de lo que significa estar lejos de casa, en ausencia de tus seres queridos, con nada más que ti para aventarte al mundo. Aprendí a aprovechar cada momento, y tomar cada oportunidad que se te presente.
Me divertí. Vaya si me divertí. Experiencias nuevas cada día, anécdotas hilarantes cada semana, fases buenas y otras malas cada mes, altibajos. Pero al final, una aventura completa en medio año.
¿Recomendaría a alguien hacer lo mismo y aventarse a un intercambio? Por supuesto. 110%. ¿Será difícil? Por supuesto. 120%. Porque nunca es fácil dejar lo que has conocido por siempre y aventarte a vivir en un “mundo” totalmente nuevo. El lenguaje, será un pequeño obstáculo, más sin embargo será uno que con la debida determinación te podrás sobreponer. Pero nada en esta vida es fácil. Menos las cosas buenas. ¿Vale la pena el esfuerzo? Totalmente. Porque no sólo es el inglés. Es más, el inglés es lo de menos. Aprenderás más de ti. Conocerás tus gustos, tus ambiciones, lo que quieres en la vida. Viajarás, cambiarás y crecerás.
En resumidas cuentas, Dublín me cambió la vida. Y podría cambiar la tuya.